Este cuadro de Frida Kahlo está pintado en el año 1939, mientras se tramitaba su divorcio con Diego de Rivera. Es un lienzo enorme, ya que las figuras son casi de tamaño natural; y, como todas sus obras, simboliza lo que estaba viviendo en ese momento. Se exhibe en el Museo de Arte Moderno de México.
Se trata de un doble autorretrato, en el que las dos Fridas están sentadas sobre un banco de madera con paja. Por encima de sus ropas sobresalen sendos corazones, los cuales están conectados entre sí mediante una arteria. Ambas mujeres están unidas, a su vez, ya que están tomadas de las manos.
Todo está colocado de manera estratégica para que la atención del espectador se centre en la unión de las manos, que es el centro de la obra: las tijeras, los brazos, el pequeño retrato de Diego de Rivera o los cuerpos de ambas Fridas, inclinados levemente hacia delante, apuntan hacia la unión de sus manos.
Se puede observar el contraste existente entre el cielo cerrado y tormentoso y la tierra cálida y ardiente. Al mismo tiempo, es evidente el contraste entre la vida y la muerte, reflejado en los corazones, pues uno está latiendo y el otro está completamente roto.
La Frida de la derecha es la amada por Diego y la de la izquierda la que el pintor ha rechazado. Los vestidos que llevan las figuras le permiten a la autora reivindicar sus raíces europeas e indígenas. La Frida rechazada lleva un vestido de novia estilo colonial y la segunda lleva el traje regional de tehuana, el tipo de indumentaria que empezó a llevar cuando se casó con Diego.
Alba Cayuela Suárez y Paula Rabanal Luengo
(curso 2020-2021)
Puede escuchar la descripción mientras contempla el cuadro pinchando aquí.
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